Medios para la devoción
MEDIOS PARA LA DEVOCIÓN A LA DIVINA MISERICORDIA
Para obtener con más eficacia este gran retorno a Dios, ya sea en cada corazón, ya en las naciones, el Salvador presenta como medio una gran devoción a su Divina Misericordia.
Dicha devoción ha de ser, sobre todo, interna; es decir, que brote del corazón, de la voluntad del alma penitente y arrepentida por los pecados cometidos y con propósito verdadero de cumplir los mandamientos de la Ley de Dios y llena de confianza en la infinita Misericordia Divina. Además de este espíritu interior, sin el cual la devoción sería vana, Jesús nos indica algunos medios exteriores específicos de la devoción a su Divina Misericordia, mediante los cuales, como por un canal, quiere Él distribuir los tesoros de su Misericordia:
A.) LA IMAGEN DE JESÚS MISERICORDIOSO
«Prometo -dice el Salvador- que el alma que venere esta imagen de la Misericordia no se perderá… Le prometo también sobre la tierra la victoria sobre sus enemigos en particular en la hora de la muerte. Yo el Señor la protegeré como a mi gloria».
«Los rayos de mi Corazón significan Sangre y Agua y protegen a las almas de la ira de mi Padre… Bienaventurado el que vive a su sombra ya que no le alcanzará la mano de la Justicia Divina… Protegeré durante toda su vida cual madre a su hijito pequeño a las almas que propagaren el culto a mi Misericordia; en la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador. En aquella última hora no hay para el alma más que una sola protección: MI MISERICORDIA… Feliz el alma que durante su vida se sumergió en el manantial de mi Misericordia porque la justicia entonces no podrá alcanzarla…. ». (Diario Santa Faustina)
De este Corazón, como lo indica la imagen querida por Jesús mismo, salen los rayos que simbolizan la preciosísima Sangre y Agua, objeto de un culto particular en la nueva devoción. A ese Corazón, deben dirigirse, como a la Fuente de todos los favores y gracias. He aquí una jaculatoria prodigiosa que el Señor enseñó a Sor Faustina: «¡Oh Sangre y agua que brotaste del Corazón de Jesús como manantial de Misericordia para nosotros, en Ti confío!». (esta oración es apropiada para rezar a las 3,00h de la tarde) y a ella vinculó la siguiente promesa: «Apela a mi Misericordia para los pecadores, deseo su salvación. Cuando reces esta oración con corazón contrito y con fe por algún pecador, le concederé la gracia de la conversión». (Diario Santa Faustina).
B.) LA FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA
El divino Salvador quiere, no obstante, que ese retorno abarque no solamente los individuos y las familias, sino también todas las naciones y toda la humanidad. A tal objeto, por medio de su confidente, pide la institución de una nueva fiesta, determinando el día de ella: «Deseo que el primer domingo después de Pascua se celebre la Fiesta de la Misericordia». (Diario Santa Faustina).
En lo referente a la nueva devoción a la Divina Misericordia, el Salvador desea que su fiesta tenga importancia vital. Con esta fiesta se obtendrán grandes privilegios y gracias… Escuchemos las palabras de Jesús a Sor María Faustina: «Hija mía, habla a todo el mundo de mi inconmensurable Misericordia. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea la salvación y el refugio de todas las almas, más particularmente de los pobres pecadores. En ese día se abrirán las puertas de mi Misericordia; derramaré todo el océano de mis gracias sobre las almas que se acerquen a la fuente de mi Misericordia. El alma que aquel día confesare y comulgare, obtendrá remisión completa de las culpas y de las penas. Que nadie tema acercarse a Mi, aun cuando sus culpas fuesen las más atroces. Esta fiesta, nacida de lo íntimo de mi Misericordia, queda confirmada en sus profundidades… Deseo que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua». (S.S.Juan Pablo II, concedió indulgencia plenaria para ese día)
En el año 1995 fue ya instituida oficialmente la Fiesta en Polonia, ya que así la solicitaron sus obispos. Desde varios países y también desde España se enviaron miles de firmas al Santo Padre solicitándola, pero éste deseaba que se la solicitaran los obispos de cada país.
Por ese motivo pasaron algunos años hasta que al fin los deseos de Jesús se cumplieron y el Santo Padre Juan Pablo II, el día 30 de abril del año 2000, Año Santo Jubilar, instituyó oficialmente para la Iglesia Universal, la Fiesta de la Divina Misericordia, situándola en el segundo Domingo de Pascua de Resurrección. (Decreto del 5 de mayo del 2000)
C.) LA CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA
El día 13 de septiembre de 1935, Sor Faustina tuvo una visión. En ella vio un ángel, ejecutor de la justicia divina. En sus manos tenía relámpagos y rayos. Viendo esta señal de la indignación de Dios que debía herir la tierra, más especialmente en determinada parte, Sor Faustina empezó a pedir al ángel que tuviera piedad, a pesar de que comprendía que en presencia de la ira de Dios su oración no podía tener eficacia… Entonces vio a la Santísima Trinidad en el resplandor de su inconmensurable Santidad. En el mismo instante, la humilde religiosa experimentó dentro de sí las palabras con las cuales, con fuerza insólita, empezó a implorar socorro por el mundo. ¡Oh prodigio! Ante aquella oración el ángel se sintió desarmado y no pudo cumplir ya su obra de justo castigo… He aquí las palabras con las cuales se había ofrecido a Dios reparación:«Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amado Hijo y Señor Nuestro, Jesucristo, en expiación de nuestros pecados y los de todo el mundo. Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero….». Al día siguiente, cuando iba a la capilla, sintió interiormente esta recomendación: “Cada vez que entres en la capilla reza en seguida la oración que ayer yo te enseñé». Después oyó todavía detrás de sí estas palabras:
«Esta oración sirve para aplacar la indignación de Dios. Tú la recitarás durante nueve días seguidos sirviéndote del rosario, de la manera siguiente: En primer lugar reza un Padrenuestro, Avemaría y Credo; después en las cuentas separadas dirás: Padre Eterno, te ofrezco… (cómo te he enseñado), y en las diez restantes repites: «Por su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero». Al final dirás tres veces: «Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero».(Diario Santa Faustina)
Que dicha práctica de piedad sea querida por Jesús, lo certifican las promesas hechas a Santa María Faustina:
«Reza continuamente la Coronilla que te he enseñado. Yo circundaré de gran Misericordia a los que la reciten ya sea durante la vida, ya, más particularmente, en la hora de la muerte. Que los sacerdotes la recomienden a los pecadores como última tabla de salvación… Deseo que todo el mundo conozca mi Misericordia. Otorgaré inmensas gracias a las almas que confíen en Ella…».
«Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz». «Las Entrañas de mi Misericordia, se conmueven por quienes rezan esta coronilla».
«Cuando se rece esta Coronilla junto a los moribundos, me pondré entre el Padre y el alma agonizante, no como juez justo sino como Salvador misericordioso.»(Diario Santa Faustina)
D.) LA NOVENA A LA DIVINA MISERICORDIA
Dicha Novena ha de vincularse de una manera particular a la Fiesta de la Divina Misericordia. He aquí lo que escribe Sor Faustina: «La Novena a la Divina Misericordia, que Jesús me mandó escribir y rezar antes de la fiesta de la Misericordia, empieza el Viernes Santo». El Señor le reveló sucesivamente con qué fines había de hacerse dicha Novena. Estos son dignos del amantísimo Corazón del Salvador y ventajosos en extremo para nosotros.
«Deseo que tú, durante estos nueve días, atraigas las almas a la fuente de la Misericordia, a fin de que saquen de ella gran fortaleza, fervor y todas las gracias que les son necesarias en los trabajos en esta vida y en particular en la hora de la muerte. Cada día traerás a mi Corazón grupos de almas que sumergirás en el Océano de mi Misericordia… Esta es tu obra, que deberás cumplir en esta vida y en la otra… Cada día rogarás a mi Padre, mediante mi dolorosa Pasión, para obtener gracia a dichas almas.» (Diario Santa Faustina)
La Novena de la Divina Misericordia se puede practicar en cualquier época del año; pero, según el deseo del Salvador, ella adquiere toda su especial significación si se empieza el Viernes Santo «Jesús me ha mandado -escribe Sor Faustina- hacer la Novena antes de la Fiesta de la Misericordia, y hoy, Viernes Santo, debo empezarla para obtener la conversión del mundo entero (son sus palabras) y para dar a conocer la Divina Misericordia, a fin de que todas y cada una de las almas alaben su bondad».
E. LA HORA DE LA GRAN MISERICORDIA: LAS TRES DE LA TARDE
Mediante una visión, Santa Faustina vino a saber que Dios bendecía la tierra en atención a su Hijo. Escribió en el Diario : «Vi una gran luz con Dios Padre en el centro. Entre esta luz y la tierra vi a Jesús clavado en la Cruz de tal forma que Dios, deseando mirar hacia la tierra, tenía que hacerlo a través de las heridas de Nuestro Señor.»
La devoción que más agrada a Nuestro Señor es la veneración de su Pasión en aquel instante en que tuvo lugar su muerte redentora en la Cruz. Por la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, tuvimos acceso al Reino de Dios. Qué amor debería inundar nuestros corazones y con qué presteza deberíamos acudir a la llamada de Nuestro Señor, que dijo a Sor Faustina:
«A las tres de la tarde suplica mi Misericordia, especialmente para los pecadores; y aunque sea por un brevísimo instante, absórbete en mi Pasión, en particular en mi desamparo en el momento de mi agonía. Este es el momento de la gran misericordia hacia el mundo. En tal hora nada le será negado al alma que me lo pida, por los méritos de mi Pasión.»
Más tarde, Jesús dijo:
«Te recuerdo, hija mía, que en el mismo instante en que oigas dar la tercera campanada te dejes invadir por mi Misericordia, adorándola y glorificándola; invoca su omnipotencia para todos los habitantes del planeta, y en especial para los pobres pecadores; porque en ese instante todo el caudal de la Divina Misericordia se derramó sobre el mundo. Todo lo que pidas, para ti y para los demás, te será concedido; en aquella precisa hora, la gracia descendió a los hombres, la misericordia triunfó sobre la justicia. Hija mía, intenta por todos los medios seguir las Estaciones del Vía Crucis en esta hora, siempre que te lo permitan tus obligaciones; y si no puedes, entra al menos en la capilla un momento y venera, en el Santísimo Sacramento, mi Corazón inundado de Misericordia; y si ni siquiera puedes entrar en la capilla, recógete en oración allí donde quiera que te encuentres, aunque sea por un momento…». (Diario Santa Faustina)



